26/7/11

RR 1 · El sonido ERRE


El sonido erre fuerte es fundamental. Y complejo. La lengua rebota de manera serpenteante contra el paladar, y al aire fonado [1] (el aire de la espiración transformado en sonido por el tañido de las cuerdas vocales) se le hace pasar por una especie de lengüeta humedecida y vibrante. Es una doble o múltiple vibración apicoalveolar sonora, técnicamente hablando. El resultado se parece al ruido de un pequeño motor, o a una corriente de agua, o a un trueno, o a una tela que se rasga, o a una piedra rozando contra una superficie acanalada. Todo indica movimiento, acción, porque es una actividad que tiene lugar en el tiempo. Como sucede con el sonido ‘ese’, ‘efe’, ‘ge o je’, ‘ce o ze’, ‘eme’ y ‘ene’, podemos estar pronunciando su sonido todo el tiempo que queramos (hasta quedarnos sin aire, claro), por lo que hay posibilidad de utilizarla en el habla de modo expresivo en cuanto a prolongación voluntaria de su sonido en la palabra. Platón, por boca de Sócrates, dice en el Crátilo: “Por lo pronto la letra r (ro, en griego) me parece ser el instrumento propio para expresar toda clase de movimiento.”  “Y es que consideraba (Sócrates), creo yo, que al pronunciarla la lengua no se detiene en absoluto, sino que se agita muchísimo.”

Y hay coincidencias en lo gráfico: “Se diría que incluso en su representación gráfica la misma letra parece la P marcando el paso, como decía el escritor argentino Gotardo Croce; esa combinación sonora y gráfica es la que supo aprovechar Ramón Gómez de la Serna para la greguería «RRRRRRRRR (Un regimiento en marcha)»”[2]

Desde luego es acción, actividad, energía en su forma más visible, ejecutora, externa. Puesto que, comparativamente, es la consonante más difícil de pronunciar, aquella que, como veremos más adelante hablando de la ebriedad, se elude o se omite en los estados límites de debilidad física. Digamos, en definitiva, que la R es la realización de algo en el terreno de lo real (vaya redundancia) que supone una mayor utilización de energía, lo que puede ser experimentado o bien como esfuerzo o bien como expresión de vitalidad. Y es precisamente la manifestación de ese esfuerzo en sus distintas formas, de esa vitalidad en acción, lo que la erre expresa.

Así como la Ñ podríamos definirla como una consonante que revela emociones profundamente introvertidas, la R, en el extremo opuesto, manifiesta las sensaciones más vehementemente extrovertidas.

Si tuviéramos que clasificar los sonidos en masculinos y femeninos, al sonido “erre”, indudablemente, le correspondería un carácter masculino, activo, yang, en una palabra. Y quizás el más explícito de todo el alfabeto.

Desde luego que todo sonido es vibración en sí. Pero aquí, en “erre”, la frecuencia de esa vibración es mucho menor que en “eñe”, o en “ese”, o en cualquier otra consonante, y su longitud de onda es más grande. Es una vibración mucho más tangible, más perceptible, por lo tanto. Menor frecuencia y mayor intensidad, como, en el espectro de la descomposición de la luz, las ondas vibracionales del color rojo.

¿No tendrá el sonido “erre” algo de realismo insoslayable, irrenunciable e irreprimible, esa tensión que produce siempre la cruda asunción realista de la vida, como una especie de naturalismo primario y rudo?

La utilización exclusiva del prefijo re- para expresar la repetición de una acción nos muestra claramente lo que el hecho de volver a hacer algo o de asistir pasivamente a su repetición nos supone de esfuerzo, de gasto energético. Recorrer, rehabilitar, restañar, repasar, reincidir... Algunos términos, por cierto, indican incluso repetición de un hecho cuyo significado originario se ha olvidado: Renunciar, rescatar, recuperar, repudiar, relacionar... Pero todos sabemos que son acciones dobles: “volver a nunciar”, “volver a escatar”, “volver a cuperar”, “volver a pudiar”, “volver a lacionar”... sea lo que sea que alguna vez significaron conceptualmente dichos gestos. Por lo demás, los ciudadanos podemos añadir libremente ese re inicial prácticamente a cualquier verbo, acuñar nuestro propio neologismo y, sea o no sea legal, o más o menos cacofónico, sabemos que todos nos entenderán. Siempre, claro que el verbo o el concepto no empiece a su vez con r (“reradiar”, “rerabiar”, “rereír”...)
En todo caso, se comprueba que la repetición supone una reduplicación de la energía que hay que aplicar al hecho, y el esfuerzo se constata justamente mediante el sonido erre, la exigencia de lucha, de empeño, de tesón que tal reincidencia exige.

· La “erre” es de color rojo. Lógicamente. Puesto que el rojo (color del fuego y de la sangre), es la señal de peligro, es el estímulo excitador de la muleta del torero, el color de la acción y de la pasión. Y parece bastante internacional. Italiano: rosso; inglés: red; francés: rouge; alemán: rött; Checo: rudý o rusý; euskera: gorri; gallego: rubio; etc...

· Buscando alguna palabra donde el sonido “erre” sea el primordial, sin contaminar con otras consonantes, encontramos ¡Ar!, que se se utiliza en el ejército como voz de acción: ¡Firmes, ar! Y ¡arre!, que es la orden de ponerse en movimiento dada a los animales de carga. Y además (DRAE): interjección que se usa para denotar que se desaprueba o rechaza algo. ¡arre allá! exclamación de desprecio o enfado, que se emplea para rechazar a alguno. Arrear es el verbo que denomina esa acción, y además (DRAE) dar prisa, estimular. Ir, caminar deprisa.

Con ella sola como consonante sonora hay algunas palabras más:
Ahorrar, ahorro. Corominas dice que antes de tener el sentido de ‘economizar’, se utilizaba como “librar o sacar de un trabajo, pena, pago, etc.
Arráez. 1. Caudillo o jefe árabe o morisco. 5. Jefe de todas las faenas que se ejecutan en la almadraba.
Arreo. Hay una acepción interesante: sucesivamente, sin interrupción.
Arria. El DRAE da récua, y ésta es: 1. Conjunto de animales de carga, que sirve para trajinar. 2. fig. y fam. Multitud de cosas que van o siguen unas detrás de otras.
Errar. No acertar, no cumplir, vagar, equivocarse. Es significativo el proverbio errar y porfiar, con que se reprende a los tercos (DRAE).
Herrar. Clavar las herraduras, marcar con un hierro candente los ganados, esclavos y delincuentes, poner a uno prisiones de hierro.
Hórreo. En el Corominas no aparece. Seguramente está relacionado con ‘ahorro’, puesto que es el lugar donde se almacena el grano para todo el año, intentando librarlo de la humedad y de las alimañas. Las economías siempre ha estado, popularmente, asociadas al esfuerzo por sobrevivir al invierno.
Horro. Dícese del que habiendo sido esclavo, alcanza la libertad.
Horror. Sin comentarios. Hay un esfuerzo emotivo evidente.
Horrura. Bascosidad (asquerosidad) que sale de una cosa. Escoria, cosa vil y despreciable.
¡Hurra! interj. usada para expresar alegría y satisfacción o excitar el entusiasmo.
Raer. Raspar, extirpar
Reo. Sin comentarios. También se les llamaba ‘forzados’ (palabra de la misma familia que ‘esfuerzo’).
Reír. 1. intr. Manifestar regocijo mediante determinados movimientos del rostro, acompañados frecuentemente por sacudidas del cuerpo y emisión de peculiares sonidos inarticulados.
2. Hacer burla o zumba. 5. Empezar a romperse o abrirse la tela del vestido, camisa u otras cosas, por muy usadas o por la calidad de la misma tela.
-reírse uno de una persona o cosa: Despreciarla; no hacer caso de ella.
En castellano, el concepto ‘risa’ no está exento de violencia. O si queremos decirlo más suavemente, de vehemencia y de arrebato. No en vano, podemos reírnos de algo o de alguien y, entonces, formulado así, surge a la luz la curiosa fuerza irónica, sarcástica y agresiva que estaba semioculta en la palabra.
Rey. El rey es el que más manda, el que impone las obligaciones a los súbditos. Es una R pura. Gracias a su sonido inicial, se retrata a sí misma. El rey es quien define la realidad.
Río. Corriente de agua continua y más o menos caudalosa... Una corriente es un movimiento repetitivo, constante.
Riera es una rambla, por donde bajan las aguas turbulentas de las crecidas.
Roa. Roda. Pieza de madera o hierro, que forma la proa de la nave. La que se enfrenta a la resistencia del agua.
Roer. Cortar, quitar poco a poco con los dientes... Y figuradamente: Molestar, afligir o atormentar interiormente y con frecuencia.
Rorro. Niño pequeñito. Al igual que vimos que ocurría con la Ñ (‘ñoño’), también aquí la reduplicación pura de las dos erres fuertes provoca el efecto contrario al que podría suponerse. En lugar de hacer referencia a algo exageradamente rudo y esforzado, la palabra nos expresa la ternura con la que los padres nombran a su bebé. Para mí, hay un matiz de ironía sumamente afectuosa en el término, una especie de expresión de la enorme distancia que separa aún al niño de la dureza de la vida. Y, no sé si equivocadamente o no, lo asocio con los niños y niñas que acaban de echar el primer diente, al menos. Con los niños que comienzan a roer las cosas.
Rúa. Parecido a río, en este caso, pero aquí con respecto a una corriente de personas o carretas.



[1] Palabra que acabo de inventar.
[2] Gregorio Salvador y Juan R. Lodares. Historia de las letras. Espasa Minor, 2001

2 comentarios:

  1. Anónimo16:42

    Me gusta este blog, sí señor. Solo un pequeño comentario: me temo que ha confundido "expirar" con "espirar" (o "expiración" con "espiración"). Recuerde, amigo, si expira no vuelve a espirar.

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    1. Tiene toda la razón, amigo. Ya lo he corregido. Y es un error garrafal, pues "pirós" (fuego), o sea, combustión celular, con la X ya no hay. Como cualquier otro EX. Tachado.
      Gracias.

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