· Palabras con J y Ñ. Quizás ya tenemos datos para poder
analizar unidades verbales completas: palabras.
Es curiosa esta aparente similitud de connotaciones que hay
entre la Ñ y la J. También la J se refiere a algo que está dentro, a algo
interior. Pero aquí, en la J, yo detecto algo más seco, más duro, más frío. En
contraposición a la calidez emocional de la Ñ. Comparten cosas, indudablemente,
aunque, en cierto modo, como he dicho, me parezcan opuestas. Espiritualidad y
emociones sensibles frente a instintivismo y visceralidad.
juñir. Uncir, en Aragón. Interesante. Mezcla de
‘juntar’ y ‘unir’, pero en una unión poderosa, que tiene vocación de
intrínseca, de arquetípica, como corresponde al símbolo del yugo. Dominación
pura y dura e intención de gestar de manera indisoluble la más ancestral unidad
de fuerza desde la dualidad que conforma el par de bestias (mulas, bueyes...).
No es de extrañar que el símbolo del yugo esté en el escudo de España desde los
Reyes Católicos. En el yugo se ‘juñen’ las voluntades, presumiblemente, o al
menos como intención. Lo que, así, uncidas las fuerzas dispersadoras, facilita
el arcánico dominio o tenacidad que tan sintéticamente define como hermética
virtud la carta del Tarot denominada “El Carro”.
rebujiña. Alboroto, bullicio de gente del vulgo. Ya hemos
hablado de esta especio de sufijo en rebatiña, etc. El –iña convierte a la idea
que le precede en ‘divertimento infantil’, en
donde se produce alboroto.
rejiñol. Pito de barro en forma de pájaro que contiene agua y
por cuyo pico se sopla, imitando el gorjeo de los pájaros. Aquí tenemos
al final la variante facilitadora y acuosa de la L. Pero el sonido de algo
interior y cuasi-cerrado que sugiere la Ñ, más el esfuerzo anterior (R) del
soplido (como energía impulsadora), con el componente visceral J, hacen que
esta palabra se conforme como una auténtica partitura sinfónica de
micro-actitudes inconscientes.
añejo. Ya estudiamos someramente esta palabra en el
capítulo de la Ñ. Ahora quizás podemos aportar algo más. A la sensación Ñ que
(apoyada en el concepto) aporta la idea de paso del tiempo que permita los
procesos internos de descomposición de los alimentos (sabia y controlada
descomposición, por supuesto), se suma ese sonido J que refuerza la corpórea
intensidad de sabor, o marca el grado de profundidad de dicha sensación.
Luego tenemos ya sufijos:
§ cañareja
§ corpiñejo
§ cureñaje
§ demoñejo
§ moñajo
§ señoraje
§ señoreaje
§ trasañejo
§ tresañejo
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