10/7/11

J 4 - J + Ñ


· Palabras con J y Ñ. Quizás ya tenemos datos para poder analizar unidades verbales completas: palabras.
Es curiosa esta aparente similitud de connotaciones que hay entre la Ñ y la J. También la J se refiere a algo que está dentro, a algo interior. Pero aquí, en la J, yo detecto algo más seco, más duro, más frío. En contraposición a la calidez emocional de la Ñ. Comparten cosas, indudablemente, aunque, en cierto modo, como he dicho, me parezcan opuestas. Espiritualidad y emociones sensibles frente a instintivismo y visceralidad.

juñir. Uncir, en Aragón. Interesante. Mezcla de ‘juntar’ y ‘unir’, pero en una unión poderosa, que tiene vocación de intrínseca, de arquetípica, como corresponde al símbolo del yugo. Dominación pura y dura e intención de gestar de manera indisoluble la más ancestral unidad de fuerza desde la dualidad que conforma el par de bestias (mulas, bueyes...). No es de extrañar que el símbolo del yugo esté en el escudo de España desde los Reyes Católicos. En el yugo se ‘juñen’ las voluntades, presumiblemente, o al menos como intención. Lo que, así, uncidas las fuerzas dispersadoras, facilita el arcánico dominio o tenacidad que tan sintéticamente define como hermética virtud la carta del Tarot denominada “El Carro”.
rebujiña. Alboroto, bullicio de gente del vulgo. Ya hemos hablado de esta especio de sufijo en rebatiña, etc. El –iña convierte a la idea que le precede en ‘divertimento infantil’, en  donde se produce alboroto.
rejiñol. Pito de barro en forma de pájaro que contiene agua y por cuyo pico se sopla, imitando el gorjeo de los pájaros. Aquí tenemos al final la variante facilitadora y acuosa de la L. Pero el sonido de algo interior y cuasi-cerrado que sugiere la Ñ, más el esfuerzo anterior (R) del soplido (como energía impulsadora), con el componente visceral J, hacen que esta palabra se conforme como una auténtica partitura sinfónica de micro-actitudes inconscientes.
añejo. Ya estudiamos someramente esta palabra en el capítulo de la Ñ. Ahora quizás podemos aportar algo más. A la sensación Ñ que (apoyada en el concepto) aporta la idea de paso del tiempo que permita los procesos internos de descomposición de los alimentos (sabia y controlada descomposición, por supuesto), se suma ese sonido J que refuerza la corpórea intensidad de sabor, o marca el grado de profundidad de dicha sensación.
Luego tenemos ya sufijos:
§ cañareja
§ corpiñejo
§ cureñaje
§ demoñejo
§ moñajo
§ señoraje
§ señoreaje
§ trasañejo
§ tresañejo

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